domingo, 24 de noviembre de 2013

El desafío de los 30 días, día 24

Mi partida más corta



No sabría decir cuál es la partida más corta que he jugado. He tenido mucha suerte en ese sentido, porque siempre que quedábamos para jugar, lo hacía con gente decente y más o menos, la cosa salía siempre adelante. Lo que sí puedo mencionar es mi mayor intento fallido de partida, que fue mi primera toma de contacto con el Enemigo Interior.

En un momento determinado, mis aventureros debían descender a las lóbregas cloacas de la ciudad de Bögenhafen, persiguiendo un goblin de tres piernas extraviado de una feria local.

 Mi colega Enaitz, al que algunos de vosotros es posible que conozcáis del Rol de Siempre Online terminó por casualidad, en la guarida de ese incómodo Gremio del que no se habla, y para justificar que no le mataran allí mismo, consiguió confabularse con ellos a costa de vender a sus compañeros de partida.

Gracias a su chivatazo, el Gremio consiguió capturar al resto de jugadores tomándoles por espías, de tal suerte que todos ellos acabaron en el fondo de un pútrido colector, con un buen bloque de piedra atado a los pies.

 Sólo dos consiguieron escapar, para acto seguido emprender la búsqueda del tercero a modo de venganza.

El cabroncete tuvo mucha suerte consiguiendo embarcarse en una gabarra de cerveza, remontando el río Bögen... ¡Y jodiéndome de paso la campaña de seis libros que ya tenía comprados!

Por suerte, no mucho después, logré completar la campaña con algunos de los primeros jugadores del primer intento. Tardamos un año. Fue increíble. La mejor campaña que haya dirigido jamás. Es mala suerte que aquel grupo de jugadores se disolviese por historias de la vida.

¡Ah si!, ¡si que recuerdo una partida muy corta! Fue jugando a D&D 4º Edición, a la aventura del Salón de los Kobods que venía incluida en la Guía del Dungeon Master. Yo había planteado la partida para que enlazase con la de la Fortaleza del Páramo Sombrío, ¡y menudo truño me comí!

Lo primero que hice fue plantear un encuentro en el que los Kobolds atacaban una caravana (¡que típico!), para meterles un poco en situación. Con lo que no contaba fue con:

a) El primer combate comenzó a alargarse interminablemente y sin mucho interés

b) El mago pifió lanzando un conjuro que por la posición de las miniaturas, la lógica fue resolverlo como que golpeaba al guerrero del grupo por la espalda y a toda potencia.

d)  Al mismo tiempo, éste se encontraba luchando contra tres Kobolds a la vez, lo cual hace que sumen bonos.

Como consecuencia de todo esto, el guerrero del grupo murió en el primer encuentro de la partida. A todo esto, poco o nada ayudó al desenlace de la pelea, que el enano se dedicase a acechar en el camino, a la espera de goblins que matar (mientras los kobolds masacraban a sus camaradas), nadie sabe a ciencia cierta por qué.

La Fortaleza del Páramo continúa desafiando la zona...Me da que por mucho tiempo.


La partida terminó de manera un poco desastrosa, y no volvimos a tocarla hasta tiempo después, directamente con el módulo de la Fortaleza. Tras alguna intentona más, nos aburrimos de la cuarta edición y decidimos volver a las antiguas.

Y así concluyó para nosotros D&D 4E. Poco después vendí los libros por Ebay. No puedo decir que los extrañe mucho, la verdad. Por cierto, de Heroquest, nada de nada ¿eh?. Menos mal que eran sólo unas horas...

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