viernes, 18 de enero de 2013

The God that Crawls



Motivado por algunas de las reseñas de Velasco esta semana le he echado el guante a The God that Crawls, en palabras de la crítica, una de las mejores aventuras publicadas para Lamentation of the Flame Princess, lo cual, leído así, en seco, la verdad es que no dice gran cosa.

Somos cofrades ♫♪ llevamos capirotes ...etc, etc...

Tras una detenida lectura del módulo, éste no parece tener excesivo misterio. La aventura comienza con un macabro trasfondo que incluye a un simpático culto asesino, una sectar religiosa encargada de proteger un incómodo secreto del distante pasado y por supuestísimo, unas catacumbas alrededor de la cual gira todo el contenido del mismo. Catacumbas que dicho sea de paso están muy bien contruídas (léase cómo, "con muy mala leche") y emplazadas en un trasfondo que nos conduce a la vieja Inglaterra del 1600, lo cual puede ser un poco incómodo de transladar a otros mundos más o menos fantásticos, sin que ello suponga mayor esfuerzo que el de cambiar los motivos que adornan la cierta iglesia y poco más.

De los creadores de mentiras como "solo la puntita" llega, "baja que no pasa nada".

Comparando esta aventura con otras de las que poseo para Dungeon Crawl Classic, el ajuste de dificultad me parece mejor en Lamentation of the Flame Princess respecto al número de aventureros necesários para completar la misión y su nivel; y es que algo que me remata de sobremanera respecto a DCC es el hecho de tener que llevar más de un personaje por jugador, si bien, ello se traduce también en un menor índice de mortalidad del que esperaría de un juego que necesitaría como el comer unas buenas tablas de críticos, y que personalmente consideraré en adaptar de otros suplementos para el viejo D&D, cuando no fabricarlas por mí mismo.

La verdad es que el señor Raggi gusta demostrar la valía de sus cojones en este suplemento poniendo trampas mortales a tocateja, pero al menos guardan cierto sentido y una retórica absorbente y bien cuidada que hace que simpaticemos con él. Las ilustraciones que acompañan al suplemento, no obstante, son practicamente inexistentes.

El Reverendo Elroy Bacon, un tipo simpático al que confiar a vuestros hijos.

Apenas nos aparece un cura vestido de tal manera que no se deduce la época a la que pertenece, algunos detalles referentes a ciertos puzles concretos y una lilustración excelente casi al final del mismo, pero repetida de anteriores publicaciones.

Con los mapas ocurre más de lo mismo. Pienso que el módulo hubiera ganado mucho más con unos mapas bien dibujados a mano al estilo de DCC en lugar de ese aspecto cutre a más no poder, más propio de programilla casero para fabricar dungeons aleatorios.

Por lo demás, el módulo ha cumplico con mis espectativas sobradamente, por lo que con toda probabilidad no será lo último que adquiera de esta línea, muy al estilo de mi gusto por el género slasher.

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